domingo, 29 de agosto de 2010

Un día soñando soñé que soñaba contigo, mientras soñaba.

-Ohh, qué dolor de cabeza, no vuelvo a ir a una fiesta que organice el hijo puta el Conde, siempre mete garrafón y se lleva los pavos.

La mañana empezaba como otras tantas después de pasar una larga velada con el señor “Baco”.

-Eli cariño ¿estás despierta?

-Si, estoy en el salón ¿porque no vienes? Creo que tenemos que hablar…

-¡Maldita sea! –Fue la única expresión que mi boca, súbdita de mi alma, esgrimió contra el destino. Siempre que se empieza con esa frase mal se acaba.

-¿No irás a decirme que me dejas?

-Lo siento, no es por ti, es que eres demasiado para mi.

¿Demasiado para ti? Por qué ese maldito interés en rebajar tu pena o tu malestar haciendo creer que la ruptura es culpa del que rompe. Frases siempre tan recurrentes como: es que no siento lo mismo; no es por ti, sino por mí; te quiero, pero veo que puedo hacerte daño y no quiero hacerlo; fue una noche loca que recordaremos con cariño; te quiero de verdad, pero mañana me voy de ayuda humanitaria; ¡no hablo tu idioma!; ¡ah! ¿Fue contigo?; me caes bien, pero no quiero ir más allá; no quiero perder tu amistad…o una de mis favoritas: Querer te quiero, lo que pasa es que ya no te amo… Vamos a ver, entiendo que amar, es o puede ser un sinónimo superlativo del querer, pero si estás rompiendo conmigo ¡¡¡alma de pollo, será porque querer ya no me quieres!!!

-Pero ¿ha pasado algo, has conocido a alguien?-

-Es que ya no puedo estar más contigo ¡no me agobies!

-Pero tiene que haber una explicación, no puede ser de repente.

-Sabes que ya no estábamos como antes, llevábamos un tiempo en el que nos costaba estar juntos, las peleas, las discusiones.

-¡¡Pero si lo más parecido a una pelea que hemos tenido en los meses que llevamos juntos fue el cara o cruz por la peli que íbamos a ver hace unas semanas!! No me vengas con esas, dime la verdad, me lo merezco al menos.

Durante algunos segundos interminables (pero interminables de verdad) esperé alguna respuesta de aquellos labios temblorosos (o temblones, pronúnciese según la ubicación geográfica) por fin se dignaron a presentarme una respuesta:

-Me he acostado con Fran.


-Oihh-

El más grande de los terremotos no hubiera sacudido con más fuerza mi pobre cuerpo y como es de esperar, entre sudores sudorosos me desperté gritando como una loca, igualito que aquel fin de año en el cuarto oscuro de la casa de Germain.

Con un dolor de cabeza más grande que Versace en un rastro y mi boca sabiendo a cosmopolitan, empecé a sentirme un poco fuera de lugar. Qué cosas más raras puede llegar a soñar uno. Con tranquilidad sin querer romper el Chi del momento ni mi manicura de 170 euros, fui a ver si estaba a mi lado mi cariño…

-¡Ooooooooooh! ¡Qué horror! ¡Tú no eres mi cariñín!

-¡Joder! ¡Ni tu Brad Pitt! No te jode ¿Tú quien eres?

-¿Yo? ¿Quién eres tú y qué haces en mi casa?

-¡Perdona plumón pero esta es mi casa!

En aquel momento todo lo que contenía mi estómago empezó a hacer por salir, los nervios me estaban jugando una mala pasada. Y es que aquello no podía ser verdad, qué hacía en una cama que no era la mía, desnudo, sin recordar qué había ocurrido ¡yo que siempre me jactaba de beber como una cosaca! Y lo que era peor: ¡con una mujer! ¡Yo! ¡Que desde los 4 años que le dije a mi madre que me gustaba Sean Conery, que siempre me prometí que mientras hubiese camioneros no pisaría la misma cama que una mujer!

No pude aguantarlo y salté de la cama con demasiado ahínco y escasez de estática, de manera que mi 1’80 fue a reunirse con el suelo de cabeza y no con los pies!


-Menuda ostia nene.

Y el frío del mármol de la habitación me reanimó y despertó como ducha fría en invierno.

-Y que lo digas tío. No te puedes hacer una idea de lo que uno puede soñar cuando bebe tanto whisky. ¡Ni tampoco cómo puede acabar! De hecho después del tercer o cuarto cubata ya no me acuerdo de ná, menudo desfase...

Fue en ese momento en que empecé a ser consciente de porqué el frío del mármol utilizado en la solería del suelo, me había despertado de tan rauda manera.

-Andrés ¿qué haces desnudo tío? Y yo ¿por qué estoy también desnudo en la misma cama que tú? ¡¡No me jodas Andrés!! ¿Qué cojones ha pasao esta noche?

-¡Cómo quieres que lo sepa si no me acuerdo de ná tampoco!

-Tranquilo, tranquilo, seguro que ha sio una borrachera inocente y el calor del alcohol y del Otoño a veces es mu pesao…-Intentaba auto-consolarme- ¡¿Pero, qué estoy diciendo si no hace ni 20 grados?!

Entonces, como el movimiento esquivo de una perdiz que el cazador reconoce de forma nimia con esa parte del ojo que más que ve percibe e imagina, reconocí en la mesita de noche un envoltorio de preservativo abierto.

-Andrés joder, esto no puede estar pasando ¡¡¡¿qué_ es_ eso_ tío?!!!

-Vamos no me jodas…

-¡¡No Andrés, yo te juro que no te jodo y por tu puta madre no vuelvas a decir esa frase!!

-Vamos a calmarnos tío, vamos a calmarnos y a intentar ver qué mierda a pasao.

-¿Pues es que no está claro? ¿Es que no lo ves? Que nos hemos vuelto maricones de un día para otro, en una noche, que nos hemos cambiao de acera, que nos hemos dao por culo tío! Qué asco por dios!!

-Jaime no te pongas en plan homófobo que pareces imbécil!

-¿Que los defiendes? ¡Tú eres maricón! Eso es lo que tú eres, me has emborrachao y sabrá dios qué mierda me has metío en la copa, porque por mucho alcohol que me eches yo no me dejo follar por un tío, que uno es mu hombre, -y en ese preciso instante empecé a llorar- ¿qué me has dao para que me haya dejao desvirgar? ¡Y encima de esta manera!

-¿Pero qué hablas Jaime? Se te está yendo la pinza, que yo no soy gay, tiene que haber una explicación más sencilla joder…

-Si al menos me lo hubieras dicho de hombre a hombre, uno incluso se lo piensa, son muchos años de amistad, tío y yo te quiero, pero esto no se hace. En un momento dao pues qué quieres que te diga, el amor entre hombres lo mismo no es tan malo, mira Bróbámontain, que es hasta bonito… creo que me cuesta andar un poco, joder Andrés que me duele aquí detrás… ¡Y encima soy pasivo!

-¿Pasivo? ¡Tú lo que eres es imbécil! ¡Que yo no te dao por culo tío!

-¡¡¿Reniegas de mi?!! ¿Qué pasa? ¡Que no te ha gustao la noche y ya uno es mierda!

-¡Como no te calles te meto dos hostias!

-Que sepas que eso es violencia de género. Creo que me están entrando ganas de vomitar. Joder, estoy embarazao ¡Yo no soy una cualquiera que puedas ir dejando por ahí preñá!

Entonces no pude contener las ganas de vomitar y me fui directo al baño, allí, como la solución a la cuadratura del círculo, encontré colgadas en la varilla de la cortina de ducha nuestra ropa y como secuencias perdidas de una vida, vinieron una detrás de otra las imágenes de: cómo la cuarta botella de whisky se nos partió al intentar emular a Tom Cruise en Cocktail encima de la comida que aún quedaba en la mesa y nos pusimos perdidos; de cuando estuvimos jugando con el globo preservativo al rugby; de cuando nos quitamos la ropa para lavarla en la bañera y de la soñarrera que nos entró al final después de emular durante más de una hora desnudos el “trompa” a lo Shinchan.

-¿Qué cosas verdad? Fue lo único que me dio tiempo a decir antes de que Jaime me lanzara el mejor derechazo que he visto (sentido, escuchado y rebotado).


-Ohh, no vuelvo a ir a una fiesta que organice el hijo puta el Conde, siempre mete garrafón y se lleva los pavos. Y para colmo vaya sueño raro.

Aquella mañana empezaba como otras tantas después de una larga velada con el señor Baco. Sin embargo pronto me daría cuenta que el destino está escrito.

-Eli cariño ¿estás despierta?

-Si, estoy en el salón ¿porque no vienes? Creo que tenemos que hablar…

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