sábado, 7 de febrero de 2015

Camino al olvido

Te escribo porque ya estoy cansado de recordarte.

Jugué a esconder tu recuerdo, como el niño que guarda el tesoro que robó del barco pirata dibujado en sueños. Jugué a ser otro cuando revoloteaba con la cintura, el alma y la boca de otra mujer mientras imaginaba tu cuerpo como aquella primera vez. Jugué a ser el malo de la película, recorriendo las calles buscando a princesas que encerrar en las mazmorras de mi vida, y torturarlas con flores y poesías que les escribía cada día. Jugué a perder el tiempo en todo aquello que me alejaba de ti, y por más que lo intentaba, allí te encontraba burlándote de mí.


Es curioso que justo en el momento en el que tu recuerdo no era la muleta que acompañaba a este cojo, volvieras a aparecer como la luna en el mes de agosto. Volviera tu sonrisa, volvieran tus ojos, volviera tu ombligo y las curvas de tu camino hacia el olvido olvidado de mi destino. Te volviste celosa de aquello que abandoné en el camino y quisiste, despechada loca, volver a ser la protagonista de este poeta que no consigue olvidar tu boca. Y después de tanto jugar, después de tanto recordarte, sólo me quedaba escribirte para no olvidar cómo olvidarte.