viernes, 29 de julio de 2011

Sin ti sin mi

Cómo comerme el cielo si sé que es indigesto y aún así sigo teniendo sed de tus besos.

Mal acabaré porque este menú me ha hecho preso de tus labios y de tu cuerpo.

Sólo tú me lastimas cuando me das caricias pese al cariño que recibo, me hago pequeño en tu abrigo de verdades que dejan escapar los momentos de amor como globos al aire en fin de año, cuando me hablas del último beso que tenemos que darnos para no hacernos daño.

Sólo tú me das la vida y me la quitas, qué hago yo para no perderme en esta ciudad nueva que no conozco y de la que no tengo mas mapa que tus piernas. Desaparecer sería una buena opción, dejarme caer entre tus pechos y esconderme de mi vergüenza en tu ombligo para que nadie me encuentre llorando de la pena que me produjo tu boca cuando me dijo que me fuera… sólo tú, sólo tú sabes hacerme grande aun cuando no estás a mi vera.

Cómo alejarme para no lastimarnos si ya la idea de irme me pesa como el mismo cielo sobre mis manos.

miércoles, 27 de julio de 2011

Pequeña

"... fue una noche en un bar donde entre cervezas te dije con los ojos que te quiero y camino de tu casa nos besamos hasta perdernos el miedo..."


- Siempre que la beses acuérdate de mí.

- No hace falta que la bese, siempre me acordaré de ti.


Todo es más fácil cuando no lo piensas, todo es más fácil cuando te dejas llevar, aunque inevitablemente te lleve (me lleves) hacia la locura, bendita cordura.

Duermes, el tiempo suficiente como para que mis manos recorran todo tu cuerpo y en mi alma grabe a fuego cada uno de tus secretos.

Quiero poseerte, necesito poseerte para sentirme más cerca de tu pelo, de tu cuello -ay! Ese cuello que me desquicia por completo-. Necesito saber a qué sabe la piel que hay detrás de tu piel, saber cómo sientes cuando culminas todos esos besos que me regalaste al amanecer, saber cómo me acaricias cuando caes rendida bajo el techo de tu habitación, saber qué me gritan esos ojos que ayer vi llover a los pies de una ciudad embriagada por tus curvas de mujer.

Las nubes negras llegan a mi mente y se apoderan de mis amores convirtiendo todo lo bonito en miedo, miedo de no estar a tu altura, de cogerte, agarrarte y que te vayas, como el agua, entre mis dedos.

Tengo miedo de perderte y maldita sea, no me doy cuenta que te estoy perdiendo.

Y como la noche se oculta del Sol de la mañana, me retiro de tu cama, turbado por tener el cielo entre mis manos y no hacerlo mío dejándote ir, avergonzado por haber tratado, negociado y regalado mi alma al infierno para tenerte una noche más y haberla gastado mirándote dormir.

Llego a mi casa, en el corto trayecto que separa el ascensor de mi puerta, me llevo las manos a mi cara. Estoy lejos de ti, sin embargo te siento aquí gracias al olor que me dejó tu ‘cabello’ en mis manos, gracias al tacto que me dejaron tus piernas en el recuerdo.

Me paro, pienso y como alma que ya está en el infierno retorno y vuelvo a la calle a cortar el alba yendo de nuevo hasta tu casa.

Quiero subir las escaleras que separan tu ventana de mis besos, romper la ropa que cubre tu cuerpo y hacerte mía una y mil veces, no cometer el mismo delito de dejarte escapar… pero soy consciente de que en el mismo momento en que te toque perderé mis fuerzas, perderé mis credenciales porque me hago pequeño cuando tu cuerpo desnudo se me acerca… y a medio camino desespero, y desesperado me encuentro sentado en el primer rincón de la calle que mis ojos hallaron, entre la pasión y la pena, desesperado por quererte y desesperado por tener que conformarme con esta pasión que recorre mis venas, con acercar las manos a mi cara y… -sí, estás aquí, junto a mí, puedo sentirte- me digo mientras mis manos cierran mis ojos. - Acércate, échate en mi pecho y déjame pequeña, que te acaricie el cabello mientras te cuento un cuento de Amor y Deseo: ... fue una noche en un bar donde entre cervezas te dije con los ojos que te quiero y camino de tu casa nos besamos hasta perdernos el miedo...

martes, 19 de julio de 2011

Málaga

Déjame admirarte una noche más,

al sabor de la sal,

al roce cálido del levante

y al aroma de tu mar.

Pasear por el aire que lleva tu olor,

cogerte de la cintura con la misma pasión

con la que se agarra a la novia que nunca tuve

y que recuerdas en cada atardecer lleno de ilusión.

Déjame acariciar el contorno de tu falda

mientras se mueve al son de las olas,

al ritmo de las llamas de una hoguera

en una noche de San Juan.

Déjame bailar contigo,

mi bailarina de ballet,

que se adorna con la forma imposible,

con el movimiento que rompe la suavidad de sus manos

y de sus brazos,

que te empuja y te embruja a soñar con ella,

no en un sueño,

sino en un paseo por zarzas

donde cada espina es un recuerdo que araña

y dibuja en mi memoria días a tus pies,

a la serena mirada de una noche de Agosto,

donde se pierde la vergüenza a ser vergonzoso.

Málaga,

te tengo en el recuerdo no sólo como mi tierra,

sino como la caprichosa amante que no tienes,

que juega a dejarte, y que nunca te deja.

Secuestro

Malo, soy malo.

Por arrancar tus besos y comprártelos todos con palabras y caricias esculpidas en tu piel. Por dejarme llevar por el placer de tus manos y por conocer los secretos de tu cama.

Malo, soy malo.

Por recordar tu saliva en mis labios, por embaucarte en mi pecho y recorrer con mis manos, ansiosas de tus curvas, todos los resquicios que escapaban de la tela de tu pijama.

Malo, soy malo.

Por dar rienda suelta a mi mente para que haga con tu cuerpo todas las perversiones que se le antojen. Por querer utilizarte como si fueses de mi propiedad, por querer despojarte de tus ropas y de tu vergüenza con la única herramienta de mi boca, mis dientes y mi lengua.

Malo, soy malo.

Por encender el calor que quema mi piel desde dentro y desde fuera, por querer comerme partes de tu cuerpo tan solo con las ganas de mis manos, por querer dominarte y que me domines, por querer atarte a la cama y poseerte.

¿Por qué no me secuestraste?

La luz de tu habitación

Y entre caricia y caricia fui descubriendo tu sabor a miel,dejándome llevar por el tacto de tu pelo, por el olor de tu perfume,y por el color canela de tu piel.

La luz no me da el permiso para dejar verte, solo el resplandor de tu televisión, imitando la luz de la Luna, ilumina tu cuerpo solo un poco, pero lo justo para distinguir las curvas que marcan el camino de mi locura.

Loco estoy y loco me hago cuando llevo al suicidio mis manos en la selva de tu pelo, al recorrer con cada centímetro de mis dedos, el calor que desprende tu cuerpo.

...sí, no, sí, no, sí, no, sí...

Como el tictac de un reloj me mantengo en el devenir del deseo, en el puedo o no puedo, en el debo o no debo, hasta que ya no hay seso ni protocolo, solo el lujo de probar que no hay mentira en lo más puro de un beso.