viernes, 20 de enero de 2012

Callejosos

Necesito volar, hoy necesito volar, estar en cualquier parte, menos aquí.

Son mas de las once de la noche me siento atrapado y sin salida, uno de esos días en los que te sobra todo, hasta la piel. Necesito coger la guitarra, dejar que mi alma durante un rato, aunque sea a gatos, cante para desahogarse: un poco de carnaval, un poco de Fito, un poco de MClan y se me acabó el chollo… los vecinos ya se han cansado de soportar el concierto, necesitan descansar y la guitarra y un servidor ya han traspasado la hora de las brujas, son mas de las doce.

Necesito poner la mente en orden, demasiadas cosas, demasiadas ideas, demasiados quebraderos de cabeza. Como una vez me dijo un hombre sabio: “demasiadas cosas en la cabeza hace que tengas poco pelo en ella”.

”No sé como te las apañas David, siempre te metes en problemas”. Mi mente empieza a ser crítica y no tengo nada de alcohol para desinfectar su mordedura de lengua viperina.

Me quema el pecho, hacía tiempo que no me sentía así. Ese nudo, ese colapso cerebral.

Me largo de este cuarto.

Nada mas salir a la calle el frío me recibe con cariño, demasiado, como la típica novia pegajosa que no te ve en meses y se pega a la piel y no te deja ni respirar. Así que habrá que protegerse: guantes, gorra y bufanda,…”ole, ya está el tío listo”.

El camino no me lo marca esta noche mi cabeza sino que mis piernas, como si supieran algo que no conoce mi mente, son las que dirigen cada paso.

El recorrido por el río es tranquilo, no hay nadie, tan solo los taxis que llevan y traen a los borrachos de turno… un taxi lleva a todo volumen una canción de Mecano mientras los dos clientes en los asientos traseros agitan brazos y cabezas como si estuviesen poseídos por el mismísimo demonio…envidia siento por los que llevan la tajá como un piano.

Callejeando por detrás de Puerta Jerez empiezo a escuchar los ronquidos mas grandilocuentes que he escuchado jamás.

-La virgen como ronca el tío, será por la cogorza que lleva el hombre, porque por la tripa llena no será… - Comenta un vecino de la zona que lleva a su perro a dar la vuelta nocturna de turno.

Durante un rato charlo con el “hombre que paseaba a los perros” un tipo simpático y de clase pudiente, se le veía, sobre todo cuando empezó a hablar de política, homosexuales, familia de toda la vida y Rajoy presidente… Fue demasiado llegar hasta ahí, así que mi mente desconectó y expuso la excusa que primero halló.

-Disculpe, es que voy a una fiesta y al que llega tarde siempre le toca el vagón de la locomotora… - El hombre me miró con cara de no comprender el chiste, será porque nunca ha estado en una orgía gayer, pensé.

Seguí callejeando por el centro y terminé bordeando algunas calles del barrio de Santa Cruz para volver a salir hacia el Sur por Avenida del Cid, pero antes vuelvo por calle San Fernando y llego de nuevo hasta Puerta Jerez, me detengo un momento en el monumento a los poetas del 27… “vaya fuente sosa” pienso. “Pero aún así le echaré algunas fotos”. Al cabo de unos minutos y cuando empezaba a sentirme el fotógrafo de la reviste interviú aparecen dos policías nacionales dándome las buenas noches.

-Buenas noches caballero. –Inicia el policía mas mayor, de unos cuarenta y tantos largos, con braga al cuello y bigote cano. -Está usted haciendo fotos? –Preguntó dejando entrever la necesidad de mejorar las oposiciones para policía nacional en este país y elevar al menos el cociente intelectual a lo que viene siendo un par de puntos por encima del coeficiente intelectual del chimpancé común, sin querer exigir yo mucho tampoco…

-Así es. –Respondí con una mueca de sonrisa y con el mismo tono con el que respondería a mi sobrino de 2 años, si tuviera.

-¿Y se puede saber para qué?

-¿Cómo que para qué? –Respondí a su pregunta con otra pregunta, por aquello de ver quién era más tonto de los 3.

-Caballero ¿para qué está usted fotografiando el monumento?

No me creía lo que me estaban preguntando, ¿acaso se lo preguntaban a los 424 mil guiris que se pasean por las calles de Sevilla? En estos casos siempre echo mano a los recursos de retórica arquitecturil para salir del paso.

-Verá, soy estudiante de arquitectura y estaba haciendo un pequeño reportaje fotográfico sobre la pieza monumento. Debido a su forma y diseño, es de unas características exclusivas que, como podrá apreciar, marcan de forma clara unas líneas desde diferentes puntos de vista que hacen que la fuente presente un estado continuo de imagen cónica en dos puntos de fuga.

Los dos policías se miraron como intentando descifrar la cuadratura del círculo y me pidieron acreditación de que era estudiante de arquitectura, les enseñé mi carnet de la US y me dejaron en paz.

Camino de vuelta, ya en la Avenida la Palmera, se detuvo una furgoneta blanca de dimensiones considerables al lado de mí, aprovechando que estaba colocándome la bufanda en modo: PCHA “Protección Contra Heladas del Ártico”. Del asiento del conductor sobresalía sobre todo una gran cabeza con una gran mata de pelo correspondiente. El caballero en cuestión me preguntó a voz limpia y sin medida:

-¡¿Dónde está el estadio de fútbol?!- Con un acento rumano muy marcado.

-¿El estadio? Al fondo de la calle.

-¿Qué? Respondió el muchacho. No ha debido de escucharme o entenderme [pensaba yo] se lo repetiré.

-Que el estadio está al fondo de la calle, al final.

-¿Qué? Volvió a preguntar.

-El estadio está al fondo, siga esta calle.

-¿Qué?

-Que el estadio está al final, siga hasta el final.

-¿Qué?- Por enésima vez.

Empecé a reirme porque la cara del hombre era una mezcla del hermano Calatrava feo y el Fary.

-Vamos a ver.-Me armé de paciencia- ¿Usted me entiende?

-Sí.

-¿Quie-re sa-ber dón-de es-tá el es-tadio?- Le pregunté con gran parsimonia y lentitud.

-Sí- Respondió. Al fin veía reciprocidad en aquella conversación, veía la luz al final del túnel!

-Pues siga recto.

-¿Qué?

Y en aquel mismo instante le dije que se fuera al carajo, pero eso sí, descojonándome como hacía tiempo que no lo hacía.



De cortesía, alguna de las fotos de la noche.



Mi mente sigue en las mismas, me ha venido bien la caminata, me ayudará a dormir, pero los quebraderos siguen ahí.

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