lunes, 1 de agosto de 2011

Carta abierta

Déjame decirte que te esperé hasta que el sueño se volvió fútil, hasta que mis manos dejaron de dibujar en el aire el contoneo de tus curvas. Abracé al viento con mis brazos y ya no recordaba tu forma, besé mis labios esperando probar tu sabor y solo obtuve el derroche de un necio. Te quise mientras estuve despierto y te amé mientras dormía, pero hoy solo me quedan las hojas que la esperanza escribió para mi desdicha.

No te esperaré sentado en este sillón de palabras, ya no. Ya no te buscaré entre los laberintos de las calles de mil y una ciudades ni tampoco en los torreones de los castillos medievales. No seré el que te salve del dragón ni el que te cante cada noche canciones de amor, de cuentos y fantasía. No seré el que te bese esperando que despiertes ni el que recorra el mundo para demostrarte cuanto mi corazón te quiere, no, ya no.

“Llamé al cielo y no me oyó. Y pues sus puertas me cierra, de mis pasos en la tierra responda el cielo, no yo.”

Encuéntrame tú, si puedes.

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