viernes, 26 de agosto de 2011

Cuentos de Hadas

A veces la vida parece ser caprichosa, otras vengativa como si fuese el Karma, y otras simplemente una hija de la gran puta.

Pasan las horas y la noche y yo me refugio en la diabetes de mi corazón como el médico sin enfermo o el borracho sin estar bebido y me repito una y otra vez como si fuese Narciso en el río: “no puedes perder lo que nunca has tenido”…

Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo y por si fuera poco me salieron las rimas asonantes y sin vocales. “No puedes cantar sin voz” -me dijo un mendigo, y mientras me tiraba una moneda y me sonría sin dientes la mueca del destino me decía: “no puedes perder lo que nunca has tenido”…

Era más fácil cuando corría delante de la policía o de los maridos, cuando amaba sin corazón y me querían por lo mío. “No se llora cuando está en juego el alma de una cualquiera, sino cuando secuestran a la princesa y tú eres su caballero” me comentaba el camarero mientras me servía otro vaso y yo escupía mis tequiero. Le pedí caramelos de su piel con color de café y mientras sonreía me dijo: “no puedes perder lo que nunca has tenido”…

Cariño, prometo no besarte, ni prometerte amor eterno ni textos sordos, ni siquiera un beso herido ni mucho menos acariciarte, porque todo eso ya lo he perdido. Solo quererte por tu cuerpo y que tú me quieras por mi dinero. Que tu calor de alquiler me calme lo que se me escapó ayer. Y la mujer de la calle me dijo: “no puedes perder lo que nunca has tenido”…

Aceras sin escalones hasta que los bajas todos de golpe y te das cuenta que llevas una botella de ron en la mano que te dice irreverente: “en este rincón os parasteis a hablar, en este os besasteis y en aquel otro la agarraste de la cintura como clavo encendido. Te sangran las manos, no pasa nada, no puedes perder lo que nunca has tenido”…

Un abanico de fuegos artificiales, dos copas de vino sobre una manta en la playa, una rosa de croché, un cesto de biznagas, un vestido de ñanduti y un corsé y por si fuese poco creo que también el tereré, todo lo empeñé. Le pedí al banco el recibo y me contestó: “no puedes perder lo que nunca has tenido”… pero si lo tuve en mis manos… lo he perdido.

“Quizás algunos cuentos de hadas sólo se consigan cuando uno de verdad los ama.”

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