Malo, soy malo.
Por arrancar tus besos y comprártelos todos con palabras y caricias esculpidas en tu piel. Por dejarme llevar por el placer de tus manos y por conocer los secretos de tu cama.
Malo, soy malo.
Por recordar tu saliva en mis labios, por embaucarte en mi pecho y recorrer con mis manos, ansiosas de tus curvas, todos los resquicios que escapaban de la tela de tu pijama.
Malo, soy malo.
Por dar rienda suelta a mi mente para que haga con tu cuerpo todas las perversiones que se le antojen. Por querer utilizarte como si fueses de mi propiedad, por querer despojarte de tus ropas y de tu vergüenza con la única herramienta de mi boca, mis dientes y mi lengua.
Malo, soy malo.
Por encender el calor que quema mi piel desde dentro y desde fuera, por querer comerme partes de tu cuerpo tan solo con las ganas de mis manos, por querer dominarte y que me domines, por querer atarte a la cama y poseerte.
¿Por qué no me secuestraste?
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