miércoles, 27 de julio de 2011

Pequeña

"... fue una noche en un bar donde entre cervezas te dije con los ojos que te quiero y camino de tu casa nos besamos hasta perdernos el miedo..."


- Siempre que la beses acuérdate de mí.

- No hace falta que la bese, siempre me acordaré de ti.


Todo es más fácil cuando no lo piensas, todo es más fácil cuando te dejas llevar, aunque inevitablemente te lleve (me lleves) hacia la locura, bendita cordura.

Duermes, el tiempo suficiente como para que mis manos recorran todo tu cuerpo y en mi alma grabe a fuego cada uno de tus secretos.

Quiero poseerte, necesito poseerte para sentirme más cerca de tu pelo, de tu cuello -ay! Ese cuello que me desquicia por completo-. Necesito saber a qué sabe la piel que hay detrás de tu piel, saber cómo sientes cuando culminas todos esos besos que me regalaste al amanecer, saber cómo me acaricias cuando caes rendida bajo el techo de tu habitación, saber qué me gritan esos ojos que ayer vi llover a los pies de una ciudad embriagada por tus curvas de mujer.

Las nubes negras llegan a mi mente y se apoderan de mis amores convirtiendo todo lo bonito en miedo, miedo de no estar a tu altura, de cogerte, agarrarte y que te vayas, como el agua, entre mis dedos.

Tengo miedo de perderte y maldita sea, no me doy cuenta que te estoy perdiendo.

Y como la noche se oculta del Sol de la mañana, me retiro de tu cama, turbado por tener el cielo entre mis manos y no hacerlo mío dejándote ir, avergonzado por haber tratado, negociado y regalado mi alma al infierno para tenerte una noche más y haberla gastado mirándote dormir.

Llego a mi casa, en el corto trayecto que separa el ascensor de mi puerta, me llevo las manos a mi cara. Estoy lejos de ti, sin embargo te siento aquí gracias al olor que me dejó tu ‘cabello’ en mis manos, gracias al tacto que me dejaron tus piernas en el recuerdo.

Me paro, pienso y como alma que ya está en el infierno retorno y vuelvo a la calle a cortar el alba yendo de nuevo hasta tu casa.

Quiero subir las escaleras que separan tu ventana de mis besos, romper la ropa que cubre tu cuerpo y hacerte mía una y mil veces, no cometer el mismo delito de dejarte escapar… pero soy consciente de que en el mismo momento en que te toque perderé mis fuerzas, perderé mis credenciales porque me hago pequeño cuando tu cuerpo desnudo se me acerca… y a medio camino desespero, y desesperado me encuentro sentado en el primer rincón de la calle que mis ojos hallaron, entre la pasión y la pena, desesperado por quererte y desesperado por tener que conformarme con esta pasión que recorre mis venas, con acercar las manos a mi cara y… -sí, estás aquí, junto a mí, puedo sentirte- me digo mientras mis manos cierran mis ojos. - Acércate, échate en mi pecho y déjame pequeña, que te acaricie el cabello mientras te cuento un cuento de Amor y Deseo: ... fue una noche en un bar donde entre cervezas te dije con los ojos que te quiero y camino de tu casa nos besamos hasta perdernos el miedo...

1 comentario: